Marcos Roitman Rosenmann
El regreso del presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, a la capital Tegucigalpa abre una nueva coyuntura. El gobierno de facto sufre su más grave contratiempo. Queda en evidencia, es débil, tiene como aliados internos a las fuerzas armadas, los aparatos de los dos grandes partidos, liberal y conservador, y el que le presta una corrupta corte de justicia
El regreso del presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, a la capital Tegucigalpa abre una nueva coyuntura. El gobierno de facto sufre su más grave contratiempo. Queda en evidencia, es débil, tiene como aliados internos a las fuerzas armadas, los aparatos de los dos grandes partidos, liberal y conservador, y el que le presta una corrupta corte de justicia
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